De mis muchos viajes
por el mundo me gusta recordar uno en especial, la aventura en la tierra de la
luz escondida. Las gentes de aquel lugar poseen talentos que desconocen, pero a
poco que el viajero se para a observar descubre con facilidad el tintineo de
una luz en su interior, como el baile de la llamita de una vela que quiere
hacerse grande y alumbrar a cuantos la rodean.
Allí vivía Carmen, una
niña muy querida en el vecindario porque siempre estaba alegre. Tenía la
maravillosa capacidad de poner contento al más triste del barrio. Ocurriera lo
que ocurriera ella siempre estaba contenta, por cualquier tontería estallaba en
unas carcajadas tan contagiosas que cualquiera que estuviese a su lado también
reía sin parar y hasta sin saber porqué. Todo eran risas y más risas, hasta el
punto que resultaba difícil concentrarse en otra cosa que no fuera en reír.
Riendo se sentía tan
bien que empezó a descuidar otras cosas hasta el punto de que se olvidaba de
hacer sus tareas e incluso dejó de darse cuenta de si alguna de sus amigas
estaba triste; si alguna de sus amigas se acercaba a ella para contarle algún
problema solo encontraba en Carmen risas y más risas; ella no lo hacía con mala
intención, simplemente las carcajadas no le permitían escuchar lo que su amiga
le contaba.
Al cabo del tiempo se
dio cuenta de que su risa ya no resultaba tan contagiosa porque cada vez había
menos gente a su alrededor. Acudió entonces a una buena amiga para preguntarle
qué podía estar pasando. Esta amiga le explicó lo que sucedía y Carmen se quedó
asombrada, ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? Comprendió entonces
que el mundo de las risas puede convertirse en el de la frivolidad, en el que
dejan de tener importancia las cosas verdaderamente importantes, como escuchar
a los demás, ser responsable, etc. Y sin estas cosas las risas terminan
perdiendo su sentido. Al entender esto
su luz interior se hizo tan grande que empezó a hacerle cosquillas en la barbilla
lo que hizo de reír de nuevo a carcajada limpia, su amiga al verlo se contagió
y en un momento se formó una cadena de risa que dio la vuelta al barrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario